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Volver al mar

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En los cines se ha colado el poderoso viento de la aventura. Busquen donde se proyecte Master and Commander: Al otro lado del mundo. Disfrutarán como en los viejos tiempos. Porque esta película rezuma el intenso y fascinante aroma de aquellos clásicos que tanto nos hicieron gozar con abordajes, tormentas, naves piratas y singladuras por los siete mares. Asombrosamente, en esta película la tecnología más avanzada en efectos especiales se ha puesto al servicio de la historia y no al revés, como es habitual en grandes producciones. El resultado: dos horas de placer y emociones intensos.

Habrá quien piense que sólo con una tradición marina como la británica pueden germinar películas como ésta. Quien así opine, se olvida de que el baúl de nuestra historia en relación con la mar está repleta de historias y peripecias asombrosas. Hubo un tiempo en el que, como reza la leyenda escrita sobre el pedestal de la estatua del marqués de Santa Cruz, podía afirmarse: "El fiero turco en Lepanto, en la Tercera el francés, y en todo el mar el inglés, tuvieron de verme espanto".

Sin embargo, sí que estamos en desventaja con respecto a la Apérfida Albión en un aspecto.Como ya vimos hace unas semanas, una de ellas es en cómo venden y protegen a sus aventureros. Por poner un ejemplo de aventureros en el mar: a Cook le concedieron todos los honores mientras a Malaspina en España lo metieron en la cárcel. Y, la verdad, mejor nos hubiera ido aliándonos con el inglés, que la desastrosa política de alianzas que hicimos con los franceses y que llevó al imperio español a la ruina. El corto espacio de tiempo que peleamos juntos contra Napoleón fue una buena prueba de ello. Pero en cuanto el más incompetente de los reyes que hemos tenido, Fernando VII, volvió a las andadas, perdimos en Trafalgar el resto de la flota que nos quedaba; por cierto, al mando de un general francés.

Lejos estaban ya los tiempos de Colón, Magallanes, Elcano, Loaysa, Sarmiento de Gamboa y tantos otros, que consolidaron el dominio español de los mares.¿Se imaginan las películas que hubiesen hecho americanos y británicos con personajes como estos? ¿Y se imaginan lo políticamente incorrecto que sería hacerlas en nuestro país en estos tiempos? Desde entonces vivimos de espaldas a ese mar que tanto nos ha dado y al que sólo volvemos la vista cuando nos golpea una tragedia, como la del Prestige.

La elección de Valencia como sede de la Copa América no es sólo un gran logro económico para España. Se me antoja que puede ser una oportunidad para que la aventura del océano ocupe el lugar que merece. Que nuestra sociedad vuelva a mirar al mar, donde nuestros antepasados escribieron con la proa de sus naves algunas de las mejores páginas de la lucha del ser humano por explorar y conocer.