Casta de campeón
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Rubén Varón es hijo de boxeador. Su padre, Víctor, vivió una de las épocas doradas del boxeo español. Compartió gimnasio con los grandes: Carrasco, Velázquez y Legrá. Víctor era un peso medio estimable, titular indiscutible en la selección española de aficionados cuando teníamos un equipo potente y competitivo. Víctor Varón era uno de los peleadores predilectos del viejo Pampito Rodríguez. Pero la vida le llevó por otros caminos, estuvo muchos años inactivo y cuando se hizo profesional estaba en el peso pesado y de vuelta de casi todo. Víctor tenía talla de campeón. Y la talla, la casta y la técnica las ha heredado su hijo Rubén. Siempre que le he visto en el ring me ha parecido técnicamente extraordinario, con una capacidad natural para el boxeo. Sólo necesitaba pelear y pelear. Pero Rubén tiene prisa, ha cumplido 24 años, lleva una veintena de peleas y se siente capaz de todo. A Rubén le han llamado desde Alemania y le han ofrecido una pelea con el campeón del mundo de los medios de la OMB, Félix Sturm, y ha dicho que sí. Es su oportunidad. O da el salto hoy o no será nunca.
Rubén será hoy un temible enemigo para Félix Sturm. Quizá el alemán y sus mentores sólo conocen su historial, los datos fríos, y desconocen en el lío en que se pueden haber metido, porque a Kiel les ha llegado un peleador con hambre de gloria, un tipo que no teme a nadie y que tiene alma de campeón.