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Un tipo con suerte

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Mañana viernes, en Vitoria le vamos a hacer un homenaje a un tipo con suerte. Como ha confirmado en un reciente artículo que ha publicado, él es el primero en considerarse así. Yo, que le conozco bien, creo que es una definición que, siendo justa, apenas sirve para explicar la trayectoria de un hombre que ha logrado situarse, valga la expresión, en lo más alto del panorama alpinístico internacional. A ese homenaje se sumarán la mayoría de los montañeros que han logrado, como él, escalar las catorce montañas de más de ocho mil metros como Loretan, Carsolio o Alberto Iñurrategui y desde luego la gente que hacemos "Al Filo...". La única ausencia notable es la de Reinhold Messner que ha excusado su presencia porque, como eurodiputado que es se encuentra de viaje en Cachemira.

La figura de Juanito y sus logros son tan unánimemente elogiables que políticos como el alcalde de Vitoria, el diputado foral Ramón Rabanera o el Lehendakari Ibarretxe aparcarán, al menos por un día, sus disputas políticas para unirse en un objetivo común: homenajear a Juan Oiarzabal por haberse convertido en el primer ser humano en haber escalado nada menos que veinte ochomiles. Creo que mi amigo lo único que merece haberse dejado en ese periplo duro, exigente y, tantas veces cruel, es el diminutivo de "Juanito", por el que ha sido popularmente conocido hasta ahora. Vivimos en un país donde lo que no puede medirse por un metro hecho de tantos, canastas y, sobre todo, goles, debe hacer un enorme esfuerzo para hacerse visible. Por ello es todavía más importante lo conseguido por mi amigo Juan, quien ha logrado saltar la valla de los medios especializados en su deporte para hacer llegar a toda la sociedad lo que supone escalar una gran montaña.

Qué duda cabe que la suerte ha jugado su papel cuando de lo que se trata es de pasar bajo un gigantesco serac en precario equilibrio, cruzar una grieta sin fondo o confiar en una predicción meteorológica hecha a miles de kilómetros del campo base. Pero la mayoría de las páginas de la biografía de Juan Oiarzabal está escrita con prudencia, experiencia y valor para saber retirarse de una montaña o para lanzarse en pos de la cima. Convendrán conmigo que son aspectos todos ellos que tienen poco que ver con la esquiva diosa Fortuna. Pero sobre todo el valor determinante de Juan es su capacidad para saber sufrir. No creo que haya ningún deportista español, incluidos ciclistas en la etapa reina, que hayan pagado una cuota de sacrificio mayor.

Por ello el homenaje que mañana recibirá Juanito será por lo que ha logrado, pero también por cómo lo ha conseguido, algo que en otros deportes, y en general en nuestra sociedad, cada vez se valora en menor medida. Sin embargo, en el alpinismo todavía importa, y, además, importa mucho. Por todo ello Juan Oiarzabal es un tipo con suerte, sí; pero sobre todo es un extraordinario alpinista y un hombre cabal. Felicidades, Juan.