El mallorquín Olaizola
Le conocen en el vestuario como el vasco desde tiempo inmemorial, pero aún recuerdo cuando le llamaban balu, baluarte defensivo, que eso es en realidad este guipuzcoano afincado en Mallorca desde el 95. Olaizola, está de doble celebración porque acaba de cumplir 34 años y ahora está a punto de celebrar su partido 200 como bermellón en Primera. No sé si será mañana, pero sus números le hacen entrar en la historia.
Ha crecido futbolísticamente aquí, donde llegó en los tiempos de pan y agua, pero de pronto llegó el dinero del Grupo Zeta y dio el salto a élite. Luego vinieron, a partir del 97, las finales, los títulos, y la Champions. Y en ese Mallorca-empresa que embalaba jugadores que llegaban con traje de faena y se marchaban con diamantes en los bolsillos, Olaizola permanecía.
Desde la humildad en cada balón y en cada carrera, Olaizola partía de cero en cada partido y deslumbraba en cada movimiento, recto como él, porque nunca había errores. Olaizola es uno de esos jugadores que hacen reconocible a un equipo, porque echan raíces en él, algo que ya no se ve, y en este Mallorca-trampolín, Olaizola es en realidad ya el mallorquín, porque como él dijo una vez, ha puesto más por este equipo que otros que se autoproclamaron abanderados de la isla.