Nadie se lo esperaba

Blanco, por no decir transparente. Se intentó todo. Por arriba, por abajo, triangulando, en corto, en largo. Pero nada. Nada de nada. Desesperación y tristeza. ¿Qué es lo que está pasando? El efecto Luis Fernández está propiciando un mayor control de la pelota, pero al final, siempre acaba pasando lo mismo: los tres puntos se los acaba llevando el rival.

Yes que el equipo está padeciendo males del pasado. La herencia de Javier Clemente no es otra que las urgencias. Todo pasa por precipitarse desde que comienza el partido. Ocho puntos en catorce jornadas no es un bagaje muy halagador, pero como dice el dicho, mientras hay vida hay esperanza.

Nadie se esperaba lo sucedido ayer por la noche. Sinceramente, fue un desastre. Cierto es que el equipo lo probó todo para dar una alegría a los aficionados, que pese al frío o la lluvia no dudaron en subir a Montjuïc. Ellos sí que se merecen la reacción.