Derby sin ansiedad

Llegamos al esperado derby con los deberes hechos, por lo tanto, sin la habitual ansiedad de otras ocasiones. La privilegiada posición que ocupamos colma todos los anhelos de esta temporada y nos hace llegar al trascendental choque sin esa angustiosa y habitual necesidad de sumar puntos. Esto, a priori, podría hacer pensar alguno que puede ser contraproducente, porque nos haría encarar el encuentro con una excesiva relajación. Craso error. Estamos ante uno de esos partidos que de ganarlos justifica toda una temporada, por nefasta que ésta haya sido.

Por importantes que puedan ser, especialmente para ellos si quieren seguir optando al liderazgo, conviene en esta ocasión relativizar el valor puramente numérico de los tres puntos. Ganar al Real Madrid y más todavía en su bunkerizado feudo, representa esa imprescindible dosis de autoestima que nos hace desentumecer los eternos y perniciosos complejos. Vencer a la lógica, a lo normativamente establecido, supone engañar al desengaño, perder por una vez ese norte que nos conduce demasiadas veces hacia el sur. Derrotarles significa dejar de comulgar con tanta apasionada e inútil derrota y, de la misma manera, dejar de hacerlo con tanta desapasionada y útil victoria. En el antagónico Santiago Bernabéu hay que prescribir el insano victimismo y reivindicarnos, fundamentalmente, ante nosotros mismos.