La revelación y el dolor

Esta noche nos enfrentamos en el Estadi Olímpic al equipo revelación del campeonato liguero: el Osasuna. Para mí, al menos, lo es. Es una escuadra que ha cosechado resultados bastante buenos a pesar de que debería estar sufriendo algunos problemas. Es un conjunto que en circunstancias normales estaría involucrado en la misma lucha en la que ahora está sumido el Espanyol. Su trayectoria es, de momento, brillante, así que será un rival difícil de lidiar. Aunque a estas alturas ya ninguno es fácil.

Ante tal tesitura, una nueva y doliente derrota provocaría un desencanto demasiado grande para poder asumirlo. No sería el fin del mundo, porque quedan jornadas, pero significaría estar más abajo que nunca en la tabla. Por ello, hay que ser optimistas. Cabe esperar que los blanquiazules jueguen como en los tres últimos partidos. Lo hicieron bien, a pesar de sólo ganar uno: lucha, posicionamiento, ahogar al rival y buscar a Raúl Tamudo en la punta de ataque. Esa es la clave. Por duro que sea el contrincante, hay que luchar más que ellos. En días como hoy, hasta los amantes del buen fútbol preferimos una victoria por un penalti o con un gol en el último minuto. Respecto a los árbitros, soy paciente: no quejarnos esta noche y hacerlo amargamente en caso de que se repita un desastre como el del domingo. Insisto, hay que ganar como sea.