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Agravios que no se olvidan

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La mayoría de ustedes desconocen lo duro que es ser el único atlético de tu clase. Algo así te convierte directamente en uno de los raritos del colegio, junto con el que evita los charcos en lugar de saltar en ellos y el que no juega al fútbol para irse a saltar a la goma con las niñas (éste, con la edad, pasa a ser el listo). Eres carne de cañón y objeto de la infinita crueldad que puede llegar a albergar una mente infantil. Bueno, pues Fernando Torres sí lo sabe y ciertas cosas se recuerdan siempre.

Torres es inteligente y nunca hace declaraciones altisonantes, pero no se fíen. Imaginen que el vecino les invita a su cumpleaños y, una vez allí, sus amigotes se dedican a insultarle. Hace un año: un Bernabéu repleto de adultos se dedica a abuchear sin piedad a un chaval de 18 años en la fiesta del Centenario blanco. ¡En un amistoso! Una agresión tan grosera que sólo la desfachatez de George W. Bush intentaría justificar. ¿Lo olvidarían?

Pero, por encima de todo, lo que Torres no olvidará esta noche son sus colores y que enfrente estará el Real Madrid, el enemigo de toda una vida. Miren la foto de esta página: Sperman. Un superhéroe con muchas ganas de, digamos, fastidiar. Si yo fuera Raúl Bravo o Pavón no estaría tranquilo. Porque no hay demasiadas cosas que puedan ser más crueles que un Niño repleto de talento y con mil agravios por vengar.