Con el Caño de director

Ibagaza recuperó los galones justo a tiempo, llegará al Bernabéu con la batuta en la mano. El Caño es un crack que hace mejor al Atlético. Puede jugar en corto o en largo, retener el balón o moverlo al primer toque. Es un futbolista excepcional, que le da un plus de calidad al equipo que ya está por méritos propios en puestos europeos. Ayer el Caño hizo diez minutos perfectos, excepcionales. El Atlético se comió al Málaga, le hizo desaparecer del campo. El Caño era el director de orquesta y el Atlético funcionaba como una máquina. Todo el fútbol pasaba por el Caño, todas las faltas las sacaba él, tocaba, distribuía y veía los desmarques de sus compañeros. Fueron diez minutos soberbios. Espectaculares, con la guinda del golazo de De los Santos.

Y a partir de ahí el Atlético se durmió, o se lo tomó con más calma, confiado, como demasiado seguro de sus fuerzas. Se puso a especular, se echó unos pasitos hacia atrás y se limitó a esperar un contraataque que le sirviera para resolver el partido sin demasiados esfuerzos. Pudo costarle cara la táctica, porque el Málaga se vio con el balón y achuchó y achuchó y creó mucho peligro. Cuando más problemas le creaba el Málaga al Atlético, volvió a aparecer Ibagaza. Sacó una falta de manera magistral, fue un toque sutil a Nikolaidis -sí, sí, el griego sigue sensacional- y éste la pegó sin caer. A la red. Dos cero. Y asunto resuelto. El Atlético llega al derby de Chamartín asentado, con las ideas claras, con el Niño en forma -no vio la quinta tarjeta amarilla-, y con el mejor Ibagaza al timón. Queiroz, majo, coloca bien el próximo miércoles a los defensas porque entre el Caño, el Niño, Demis y Novo, os pueden hacer un buen lío en el Bernabéu.