Yo digo José Ribagorda
Se pinchó la burbuja
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Estábamos creciditos. Cinco victorias consecutivas, bendecidos por el Papa y constatando cómo Aznar rendía tributo a nuestros colores. Nos veíamos ya en Champions y hacíamos cábalas sobre el Bernabéu. Tanta dicha no era de recibo. Un portentoso africano se erigió en dios de la lluvia en Valladolid para verter sobre nuestros anhelos un jarro de agua fría. Secados esos anhelos encaramos el encuentro con el Málaga. Nos amenaza, además, un colegiado tarjetero que nos puede privar de ver a Torres, ojalá, doctorarse ante el eterno rival. Nuestro buque insignia deberá atemperar su ansiedad y no permitir que su carácter se descontrole. El triunfo es imprescindible para creer que no estábamos ante ninguna burbuja .