El gladiador griego

Nikolaidis, o Demis como se pone en la camiseta, me gusta más cada día. Tiene movimientos que me recuerdan a Torpedo Müller —salvando las distancias, claro—. Este gladiador griego también tiene muslos de acero y muelles para saltar de cabeza por encima de defensas más altos. Y crea huecos para todo el que llega desde atrás, ya sea El Niño, o Jorge… O Novo. La jugada del gol del Atlético frente al Villarreal fue todo un prodigio. Novo lo hizo casi todo. El casi fue una pared que le devolvió Nikolaidis. Un toque sutil. Así que este tipo no es sólo un peleador que se faja con los defensas, sino que es un delantero centro con mucho fútbol en sus botas. Estoy seguro de que todavía nos sorprenderá más cuando siga ganando confianza. Y va a meter goles explosivos. Al tiempo.

El griego tendrá las oportunidades que necesita para progresar. Una de las virtudes de Gregorio Manzano es la paciencia para saber esperar a los suyos, a los futbolistas en los que cree, y Nikolaidis ya es uno de ellos. No se desesperó cuando algunos disparaban al Niño porque no llegaban los goles. Tampoco le importó que Novo fuera una sombra de sí mismo. Y ahí está ahora Novo, cada día mejor. Ha dejado crecer a Jorge. Y mantiene contra viento y marea a Musampa, porque sabe que es mucho más de lo que ha demostrado hasta este momento. Los futbolistas lo agradecen y el Atlético se consolida. El próximo reto de Manzano será recuperar al gran Ibagaza. Y mientras llega el Caño hay que asomarse a la clasificación de reojillo, porque ver al Atlético tan arriba da vértigo. Cinco victorias seguidas en la Liga no se recordaban desde el doblete.