Yo digo José Ribagorda

Ganar y convencer

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Efímera fue la alegría que sentí tras el último y postrero gol de Jorge frente al Mallorca de Luis Aragonés. Tan efímera como exiguos fueron los escasísimos momentos de buen fútbol que nos deparó el pésimo encuentro ante el equipo mallorquín. Ganamos el partido como también pudimos perderlo. Esa vulnerabilidad emocional propiciada por el raquítico margen en el que se mueve el equipo entre el todo y la nada, entre el éxito y el fracaso, define nítidamente la poca, por no decir la nula, consistencia de nuestro presente. Sin una base sólida, sin estructura y con escasas ideas, siempre vamos a estar mucho más desamparados ante los antojos del destino.

Me emocioné y vibré cuando Fernando Torres daba rienda suelta a tanta rabia contenida al marcar su anhelado gol, tras muchos domingos de desencuentro. Volví a asombrarme con las dotes creativas que, en pequeñas dosis, exhibe el Caño Ibagaza. Me maravilló la precisión en el lanzamiento de falta de Jorge. Sensaciones aisladas ahogadas en el mar de la insatisfacción general que me produjo el partido. Muchos minutos fueron de verdadero sonrojo. Bien está sumar los tres puntos que nos darán esa confianza que nos falta. Pero mejor será aún que técnico y jugadores demuestren de una vez lo que creemos que valen.

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