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Internacional | Guinea

"Nos trataron como jefes de Estado"

El racinguista Rodolfo Bodipo fue el capitán de la nueva selección de Guinea que dirige Óscar Engonga, el hermano del ex jugador del Mallorca. Así relata para AS, con detalle, algunas de las anécdotas que vivió en un viaje apasionante en el que aprovechó para volver a ver a su abuela y que terminó felizmente, porque su equipo derrotó por 1-0 a Togo

Rodolfo Bodipo
<b>EN GUINEA. </B>Los prolegómenos del partido contra Togo.

Los españoles que jugamos en Guinea (Iván Zarandona, el hermano de Benjamín, el del Betis, Barila, mi compañero en el Racing Juvenal...) fuimos recibidos como profetas en Malabo. En Bata, sede del partido contra Togo, como si fuéramos príncipes. Llegamos asustados, quizá porque el avión que nos llevó hasta allí era lo menos parecido a algo seguro. Sobre todo, porque al piloto lo tuvieron que ir a buscar y lo encontraron... Durmiendo debajo de una de las alas. Pero al final llegamos. 5.000 (o 10.000, una barbaridad) nos esperaban locos perdidos. Yo salí del avión el último, como si fuera la estrella (jeje) y la gente empezó a corear "Bodipó, Bodipó". Fue la leche, me llevaron en volandas hasta el mismo aeropuerto. Lo demás sería todavía más indescriptible.

Del autobús al hotel en Bata, un mundo. Coches y más coches detrás del nosotros, la gente queriéndose colar en el autobús, camionetas con decenas de personas... Una locura. El hotel no tenía televisión, había que ducharse con botas de agua y las toallas eran de mano, pero eso sí, nos trataron como a reyes (arriba, una foto mía con los hijos del dueño). Del hotel salimos poco, y cuando lo hacíamos, era con guardaspaldas. Hasta una pistola llevaba el tío encima.

Fuimos a un desfile (cuatro horas bajo el sol y dos segundos de desfile), en el que pille una conjuntivitis y, lo mejor, volví a ver a mi abuela después de 24 años. 82 años tiene ya y sabe la mujer de curandería; así que, milagrosamente, me curó la conjuntivitis que había pillado en el destile. Me regaló un árbol genealógico y hay que ver el montón de primos que tengo. Ni los pude contar. También fuimos a dar una vuelta con uno de los hijos del presidente, Obiang. Vamos, como su fuéramos jefes de estado nos trataban.

Y por fin llegó el día del partido, el más importante en la historia de Guinea y en el que se celebró, además, el 35 aniversario de la liberación del país. Aunque no empezaba hasta las cuatro de la tarde, el campo estaba lleno desde las nueve de la mañana. Había gente hasta encima de la bandera cuando llegamos allí y por poco saltan al campo cuando salimos al césped, peor, por cierto, que el un campo de Segunda Regional en España. Lo cierto es que césped, lo que se dice césped, apenas había. Era tierra, barro en muchos sitios, y muy, pero que muy dura. Días después del partido, aún me dolían las piernas.

El caso es que jugamos... Y ganamos. Aunque fuera de penalti. Salí al césped como capitán, vaya marrón y vaya honor que me dejó Óscar Engonga, hermano de Vicente (el ex del Mallorca) y seleccionador nacional. Fue emocionante escuchar el himno nacional de Guinea y cómo lo celebraba la gente, pero más todavía cómo no dejaron de animar ni durante un segundo. No marcábamos, no marcábamos, pero el gol tenía que llegar y fue... de penalti. Me disponía a lanzarlo, pero Barila (que juega en el Benidorm y estuvo en el Elche) se sentía con mucha confianza y decidió tirarlo él para poner el 1-0, una gran victoria. Después lo pensé mejor: con lo que me quiere esta gente, que piensa que soy Maradona, marco el gol del triunfo y no me dejan salir de aquí.

Lo mejor es que debuté, fui capitán, ganamos e hicimos felices a mucha gente. Allí me siento como un ídolo y estoy deseando que llegue la vuelta en Togo (el 16 de noviembre) para meter a Guinea en la fase de clasificación mundialista por primera vez en su historia.