Carlos Sainz logra el liderato a lo grande

Los negros nubarrones parecían clavados a las montañas que separan la capital corsa, Ajaccio, con el sur de la isla. Y por allí discurrían los dos últimos tramos. En la asistencia del aeropuerto de Campo dell’Oro llovía. Por eso, todos decidieron montar neumáticos mixtos... Todos, excepto Carlos Sainz. ¿Se había vuelto loco?

Con un par se decidió por la monta más arriesgada. Su jefe de equipo, Guy Frequelin, le informaba desde el helicóptero que soplaba viento del sur y que las nubes llevaban camino de desaparecer. Sólo le separaba una décima del segundo de François Duval, y, sin pestañear, ordenó a sus mecánicos montar un neumático que podría haberle enterrado.

Para más suspense, al llegar al primero de ellos, descubría que estaba más mojado de lo que le habían dicho. Y cedía diez segundos y medio con respecto al belga. Todo parecía perdido. Pero no, la especial final estaba algo más seca, y el arrojo del matador terminó con la intriga. Después de un tramo de infarto acabó el rally segundo, con cinco segundos de ventaja sobre su rival de Ford.

Y es que esa posición le ha dado al madrileño dos puntos extra, dos tantos que podrían valer un título. El riesgo y el esfuerzo han merecido la pena. Es líder del campeonato (algo que no sucedía desde octubre de 1998) con tres puntos de ventaja sobre Petter Solberg y Richard Burns, justo cuando el Mundial enfila hacia España, hacia su casa, donde esta misma semana se disputará la penúltima cita del año. En esas condiciones de terreno húmedo Solberg no ha dado opción gracias a sus neumáticos Pirelli, y ahora sólo cabe esperar que en Cataluña el tiempo esté seco, que es donde los Michelin que equipa Carlos destacan claramente. ¡Quién le iba a decir al noruego que ganaría en Córcega! El jueves por la noche sus mecánicos no durmieron reconstruyendo el coche que había destrozado en el ensayo final.

Por otra parte, el doblete español en grupo N era cosa hecha hasta que la mecánica obligó a Solá y a Xevi Pons al abandono. El campeón del mundo júnior rompió el diferencial. Pons veía cómo su motor empezaba a arder, dejándole en la cuneta. Pero ambos pueden volver orgullosos. Fueron los mejores.