España se va del Mundial con el bronce

Una medalla de bronce. Mal menor. ¿Es un mal resultado? Seguramente para los intereses de la selección española, sí, ya que llegaba a Oliveira de Azemèis con la obligación de revalidar su título mundial, conseguido hace dos años precisamente en Argentina (San Juan). No fue un partido plácido para los jugadores de ambos conjuntos. No. Quedar apeados de la gran final dolió, y mucho, a los dos equipos, que tuvieron que pelear por la tercera posición, algo que en este tipo de competiciones se puede considerar como una derrota.

En principio, el encuentro debía ser plácido. Las 4.000 personas que se congregaron en el pabellón esperaban una gran previa de la final, que disputaron Portugal e Italia y que al final de esta edición aún no había terminado. Se adelantaron los argentinos por mediación de Farran, que contó con la colaboración de Trabal, quien, pese a todo, hizo un gran partido. Posteriormente, Pedro Gil igualó el encuentro y se llegó al descanso. Y ahí comenzó el lío. ¡Qué follón! Cuando los dos equipos buscaban el vestuario, David Farran siguió provocando a Sergi Panadero, que momentos antes evitó caer al suelo tras una dura entrada del argentino. Se desató una especie de batalla de Catxo Ordeig contra todo el mundo. Es pequeñito, pero matón. Tanto, que hasta los argentinos se acobardaron al verle coger un stick y dirigirse hacia Farran. Afortunadamente no pasó a mayores, aunque alteró las emociones.

Al final bronce para España, que acabó ganado con claridad. Hoy, vuelta a casa. El próximo verano espera el Europeo de La Rochelle (Francia), donde no se puede fallar.