¿Ha vuelto a hacer un hat-trick?

Pues no (se ríe). La verdad es que no. El año pasado en Liga no íbamos tan bien como para marcar tres.

Durante unos días se convirtió en héroe del madridismo.

No me considero ningún héroe, pero en el mundo del fútbol a la gente le gusta regodearse de las desgracias de los demás y, en ese sentido, pues sí que les di una alegría. Pero lo importante fue a nivel de Novelda.

¿Se esperaban la gesta?

No, ¡mentiría si lo dijera ahora! El partido era sólo un premio, pura diversión; pero la que se formó fue impresionante. El ver a tanta gente en el calentamiento ya te ponía nervioso. Después del primer gol empezamos a creer que era posible ganarles. Aunque tuvimos suerte, claro.

Aquello olía a fútbol puro, ¿no?

Lo que hicimos nos sirvió para reivindicarnos, porque se olvidan de que nosotros entrenamos igual que en Primera, aunque sin reconocimiento alguno. Existimos. Vivimos de esto, aunque cobremos mucho menos.

¿Hay que cambiar esta Copa que molesta a los grandes?

Si cambiamos el modelo sería aburrido, previsible. Nuestro único día grande es la Copa, porque los poderosos lo monopolizan todo. El sistema debería ser así, en el campo del más débil y a partido único hasta la final.

¿Y su vida ¿cómo cambió?

No cambió. Sigo en Novelda, donde tenía un año más de contrato. Eso sí, ahora asocian al equipo con mi nombre y se puede decir que soy más popular. El primer día fue una locura. Me llamó todo el mundo, creo que hasta el presidente del Gobierno (bromea). Fue precioso. Pero lo más bonito fue ver la cara de la gente, de mi familia, de los que están detrás. Que te vean en la portada de un diario nacional... Eso es lo bonito.

Y el contrato, ¿qué?

Igual, igual. Sigue igual. Ni tengo espónsor ni anuncio colacaos.