Calidad y trabajo
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Definitivamente, los problemas del Madrid empiezan y acaban en su actitud. Lo de la aptitud sobra cuestionarlo. En Oporto tuvieron que recibir un gol para picarse definitivamente. El comienzo fue tan frustrante como en Mestalla. La misma parsimonia, el mismo desacierto en el pase corto, idéntica actitud. La pequeña diferencia es que el rival, además de correr más, estaba jugando al toque, con clase, sin acelerones. Y eso humillaba más. Que te ganen con tus mismas armas, deja más en cueros al colectivo. Y en esos momentos no valen taconazos ni sombreros, vale que un par de ellos se pongan en faena. Ahí emergió la figura de Helguera y el acompañamiento de Salgado. Dos balones robados, tres faltas mal llamadas tácticas y que los jugones empiecen a conectarse. La misma calidad de siempre pero un cambio radical en el carácter, en la forma de encarar cada jugada. Al escribirlo parece sencillo.
Los de la clase media del Madrid empiezan a reclamar portadas (no lo digo de forma oportunista porque firmaran goles Helguera o Solari) y protagonismo. El equilibrio que aportan al equipo va más allá de tácticas o estrategias. Tiene que ver con los estados de ánimo, con tirar del resto cuando los partidos se ponen bravos. Ya lo decía Makelele: "Tengo que correr por mí y por cuatro compañeros más". Eso no indica que los galácticos sean vagos, no. Simplemente que están dotados para otras funciones. Por ejemplo, para matar los partidos cuando se ponen de cara, como ayer Zidane. Por ejemplo, para marcarse lujos cuando el rival va con la lengua fuera. A eso tampoco se debe renunciar. Pese a todo, habrá nuevos apagones. Y ahí tendrán que aparecer los que cargan con la linterna.
