En el reino del caos
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Primera conclusión: lo del Atlético es grave. Y lo del Barça también. ¡Vaya dos! El Barça jugó un cuarto de hora con nueve, todos atrás, y Kluivert a ver si cogía una en un descuido. El Atlético se habría tirado diez días seguidos sin hacerle un gol a un rival con dos menos. Todo el ataque consistía en colgar baloncitos a ver si lo cazaba alguien. Ni bandas, ni paredes, ni centrocampistas, ni Caño, ni Niño, ni juego, ni goles, ni nada de nada. Este Atlético es un desbarajuste que se dejó ir vivo al Barça. Pero al peor Barça que se ha visto por el Calderón en mucho tiempo. Una caricatura, un equipo conservador, italianizado, que sólo asustó diez minutos, y que sólo amenaza con la sonrisa de Ronaldinho. Muy poquito. Se puede volver satisfecho con su puntito al Camp Nou porque pudo llevarse un saco de goles si este Atlético se hubiera parecido en algo a un equipo de fútbol.
Segunda conclusión: el Atlético tiene que cambiarlo todo y empezar otra vez. Porque, a ver, Manzano, majo ¿a qué juega el Atlético? Si hasta un ciego ve que el Niño no está de nueve, sino de isla solitaria o de percha de los golpes. Si ayer era un clamor, cuando el Barça se quedó con diez primero y luego con nueve, que hacía falta alguien más en ataque. Y Javi Moreno salió tarde. ¿Y para qué ha venido Nikolaidis? ¿Y por qué Nano esperó tanto tiempo en el banquillo? Y la pregunta del millón: ¿y Movilla? Porque en este Atlético caótico hace falta alguien que piense y no estaba ni convocado. Esta vez ni siquiera podemos echarle la culpa a Daudén, que sí, que se comió un gol por la cara en el primer tiempo, pero que luego le advertirían de su error en el descanso dejó en cuadro al Barça. Pero ni así. Al Atlético se lo pusieron como a Fernando VII ¡y también falló!