España se quedó con la miel en los labios

En cuatro días la tortilla ha dado la vuelta del todo: el miércoles ganó España (64-61), y ayer Rusia (78-71). Son resultados parejos que impiden apuntar que una selección sea superior, pero lo cierto es que las rusas se han llevado la victoria en las semifinales y jugarán la final, mientras que España, con la decepción de haber sumado su primera derrota, luchará por el bronce y por el pasaporte olímpico frente a Polonia.

Ayer cayó España porque tuvo menos fortuna que Rusia. No se cumplió el refrán de que la suerte de la fea la guapa la desea. No, porque aquello de las rusas grandotas y pesadotas ha dado paso a una generación de eslavas muy altas, sí, pero esbeltas y agraciadas, y afortunadas también, muy afortunadas en la noche de ayer: mientras España no sumó ni una de sus pocas posibles acciones de canasta y tiro adiccional, las rivales sí, y varias veces. Y eso, a la larga, es un hándicap notable.

Rusia tenía bien estudiada a España, tanto que en el segundo cuarto la doblaba de veras (34-17). Ahora bien, la Selección es capaz de reactivarse. Y lo hizo hasta ponerse a un punto, hasta colocar a las rusas en un brete. Pero hay días en que la fortuna te sonríe de tal manera que debes apostar sin falta a cualquier combinación de la Bonoloto. Debían habérselo advertido a Artechina (cinco jugadas de tres puntos en la segunda parte), o a Baranova (parecido balance).

Daba igual lo que hiciese España. Ayer las feas (¡mentira!) eran las rusas, y las españolas las miraban, exhaustas, envidiando su fortuna.