¿Quién nos ha robado las ilusiones?

No sé si será el destino el que últimamente nos tiene reservado su lado más sombrío. Puedo atisbar que las ansias de cambio con respecto a pasadas temporadas nos hayan hecho sobrevalorar los nuevos fichajes. Intuyo, también, errores en la labor de Gregorio Manzano al no haber sido capaz todavía de articular un bloque mínimamente compacto. Todo son suposiciones, cariacontecidas sospechas y justificadas dudas ante el incierto y desangelado presente que vivimos. Las únicas certezas radican en la patética imagen que hemos ofrecido hasta ahora y en que todas las ilusiones que nos habíamos hecho los aficionados durante la pretemporada, en gran parte, se han desvanecido. Tengo la sensación de que este año se van a poder sentar sólo las bases del equipo que todos anhelamos y que sufriremos, de nuevo, para mantenernos en la categoría.

Por lo visto hasta el momento, los destellos de calidad de este Atlético, que los hay, se ahogan en la mediocridad general y en el desconcierto estratégico. No hay pulso y nadie parece tener claro ni a qué jugamos ni qué es lo que queremos. Qué hartazgo tengo como seguidor de estos benditos colores de ver cómo se frustran a cada instante las esperanzas siempre recobradas. Cómo me aburre ver deambular a nuestros futbolistas por el terreno de juego sin orden ni concierto. Qué desesperación conlleva el hecho de comprobar cómo otra vez te han robado las ilusiones. Y lo peor de todo es no saber quién lo ha hecho.