El respeto empieza por uno mismo

Hay que recuperar la cordura. Ya sea con goles de Ronaldo o de Pablo Aimar. Dos grandes de nuestro fútbol no pueden estar a la gresca por continuos malentendidos. Sabemos que la oferta formal al Valencia, realizada por el Real Madrid en verano, ha hecho más rico a Ayala, pero ese no es motivo para que algunos vayan a romper lunas en lugar de disfrutar. No sé quien empezó todo esto (mi amigo Paco Roig igual nos da más pistas) pero ha llegado el momento de acabar con ello. Entre otras cosas porque pocos enfrentamientos como los Valencia-Madrid nos han dejado tantos matices y riqueza balompédica en los últimos años. He visto pasar por encima a los ches en un par de ocasiones, he visto derrumbar la estrategia de Rafa Benítez a los galácticos y hasta me he aburrido en el pasado Trofeo Naranja.

En un deporte tan mercantilizado, nadie se puede sentir ofendido por las idas y venidas de jugadores. En el Atlético de Madrid no juran odio eterno al Valencia porque se llevaran a Baraja, ni se sienten más míseros porque no pudieran satisfacer sus apetencias. La grandeza no la da el dinero, ni los fichajes millonarios, ni los llamados galácticos, la grandeza se consigue manteniendo tu identidad, reforzando tus convicciones y pegando duro en el campo ( a ser posible con goles). Aimar reconocía hace una semana haber disfrutado con el juego del Madrid en la Champions. No dudo que muchos madridistas lloraron de rabia cuando Cañizares no paró el último penalti ante en Bayern en la final de Milan. Me conformo con que hoy no nos roben ni un minuto los fanáticos de siempre.