¡Esto no chuta!

¡Esto no chuta!

Ahora, en frío, se pueden decir cosas y sacar muchas conclusiones: que si el árbitro perjudicó al equipo, que si Pierre Wome no hizo penalti, que si la expulsión de Alberto Lopo era injusta. Y así sin parar. Pero señores, desde mi modesto punto de vista, este Espanyol no carbura. No chuta. No funciona. ¡Esto no va! ¡Esto pinta mal!

Vayamos por partes. En la primera, era para coger el cojín del sofá y taparse la cara. Era de vergüenza ajena. ¿Dónde estaban los peloteros? ¿Por qué la circulación de pelota era tan lenta? Esas son preguntas que me hacía. Pero, a la vez, seguía meditando: ¿Raúl Molina no era delantero centro? Y si es así, ¿por qué jugó de extremo derecho? No se acaba de entender. Se estorba con Raúl Tamudo, al que no le llegó ni una pelota en condiciones, mientras que Maxi Rodríguez parece ser el único con las ideas claras en el ataque.

Con un jugador menos, el Espanyol jugó mejor. Increíble. Pero ya fue tarde. Ir con el agua al cuello durante ochenta minutos se acaba pagando. ¿Y ahora qué? Esa es la pregunta del millón de dólares. No debemos obsesionarnos, pero esto no chuta. No tira ni cara al aire. Una pena. La ilusión de la gente se va diluyendo poco a poco. Normal. Sólo queda apoyar, animar y rezar. Mucho. Así nos salvamos la pasada temporada. ¿Será la solución esta?