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Ciclismo | Vuelta 2003

Nozal sentencia

El líder ganó su segunda crono con otra exhibición y ahora tiene una ventaja en la general de 3:03 sobre Igor y 5:13 sobre Heras, que mantuvo el tipo

Actualizado a
<b>COMO UN TIRO.</B> Isidro Nozal rodó ayer a 51,5 km/h y consolidó su liderato.

Una vez acabada la etapa y recogidos los premios, Nozal y Manolo Saiz se abrazaron y se pusieron a llorar. La emoción del director estaba más controlada, pero el llanto del líder era de los que empapan camisas y reponen pantanos, lágrimas con mocos y besos, como son las goteras cuando llueve por dentro.

Ante una escena así lo que te pide el cuerpo es ponerte a llorar y abrazar a los abrazados e incluyo, por qué no, compartir los besos. No obstante, consciente de la dificultad y los riesgos, uno opta por permanecer al margen y recordar otros hombros que mojó y le mojaron porque no habremos montado en bici, pero hemos quedado muchísimas veces como amigos.

Y sumido en la más profunda depresión pensaba yo que por qué llorar cuando no era un adiós sino un triunfo, cuando no se trataba de un desengaño, sino de la confirmación de un éxito. O tal vez es que era todo junto. Quizá fue la tensión liberada después de tantos días de negar lo evidente, de buscar enemigos donde sólo había disidentes, porque no conozco una sola persona que no se alegre de la victoria de Nozal, que es de la ONCE.

Nos negaron la pasión y la novela, empeñados en ofrecernos una historia de disciplinados soldaditos de plomo y al final los descubrimos abrazados, llorando, dándose cien besos. Desde el punto de vista del amor me parece un hurto; desde el punto de vista del márketing, una torpeza.

Nozal ganó ayer la crono y dejó de ser un gregario. Aunque es posible que lo dejara de ser un poco antes, porque Saiz lo acompañó con su coche, desde donde le dio tiempos y ánimos, más bien templados, eso sí, porque el chaval es tan bueno (de pronto) que no los necesita. No hubo pues referencias patrióticas del tipo "¡Vamos valiente que te está viendo toda España!", tal vez porque esto no lo está viendo toda España y aquí volvemos al problema de la implantación de la novela en el ciclismo como forma de luchar contra el efecto somnífero del helicóptero. Tampoco hubo alusiones en la arenga del director a la hombría del líder, que se nos antoja descomunal si hacemos caso del tamaño de su manos y del saber popular. Todo se quedó en un "vamos chico mantén ese ritmo".

La sorpresa. Como suele ser normal, Millar volvió a quedarse a las puertas de la victoria, a una distancia suficientemente dolorosa: 13 segundos. Menos habitual fue el rendimiento de Heras, que estuvo magnífico y sólo cedió 1:45. Suele ocurrir con los escaladores que cada vez suben menos y cada vez controlan mejor el tiempo. Con los contrarrelojistas sucede exactamente igual, pero al revés.

El caso es que la fabulosa crono de Heras es el único hilo que mantiene viva la emoción en la Vuelta, en lo que se refiere a la clasificación general. Ahora mismo es tercero a 5:13 y tiene por delante La Pandera, Sierra Nevada y la cronoescalada de Abantos. Sale a dos minutos recuperados por jornada, lo cual no es muy alentador. O sí.

Igor, que perdió 1:15, se aleja en la general a 3:03, aunque su forma de encajar la derrota (que lo fue) es un ejemplo de elegancia y deportividad. No obstante, le costará mantenerse en el podio. Beltrán volvió a cumplir, igual que Valverde, que dobló a Aitor González o a su sombra, no está claro; el campeón del año pasado cedió 5:48. En este caso no se sabe si hubo lágrimas. Puediera ser, porque siempre es tarde cuando se llora.