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Ciclismo | 11ª etapa

Zabel le coge gusto

El alemán logra en Cuenca su segunda victoria. Beltrán y Luis Pérez se vieron envueltos en una caída y perdieron un minuto. Valverde lo intentó sin suerte

Actualizado a
<b>NO HAY TREGUA.</B> David Etxebarria y Chente González encabezan la penúltima escapada por las calles de Cuenca.
jesús rubio

En las calles de Cuenca se cayó Luis Pérez, gran animador de la Vuelta. Perdió un minuto en meta. Llegó con heridas por todo el cuerpo. Hoy hablaremos de la suerte. Cuentan que antes de un partido alguien se la deseó a Drazen Petrovic y él contestó que "la suerte es para los malos". Dicen que dijo. Y el tiempo le quitó la razón en una autopista.

Basta una caída, la incertidumbre que provoca el que no se mueve, para recordar que aquí es imposible hacer pronósticos porque en casi ningún deporte el practicante ofrece una fragilidad tan extrema. Por eso los campeones de larga duración tienen un mérito que trasciende a su talento. Son tipos con aura que escapan a las trampas invisibles y que nunca se rompen el radio o el trocánter.

Los romanos, que eran expertos en suerte, representaban calva a la diosa Fortuna porque era imposible agarrarse a su pelo (la ocasión la pintan calva), o con ruedas y alas, símbolos de su mutabilidad, o con un timón, emblema de su poder. Decían que, a diferencia de su hermano el Destino, para ella no existían las reglas.

Santos González y David Etxebarria se metieron en la escapada buena, quince ciclistas, entre ellos Sevilla, casi un milagro de fuga, porque se corría al ritmo de los sabuesos que persiguen a los prisioneros, un abanico interminable. Pero la suerte es de los audaces, o al menos eso dijo Virgilio.

Todo indicaba que el ganador se decidiría en el Alto del Castillo, rampa adoquinada que cruza el centro Cuenca, de la zona de tapas a la de los cubatas. Allí se destacaron Santos y David, ciclistas muy diferentes pero que podrían tener una reencarnación similar: aventureros en el Congo.

Treinta segundos después pasó por allí el pelotón, encabezado por el gran Valverde, favorito del Kelme para ganar la etapa y todo lo que suceda en los próximos años. Pero algo ocurrió que alteró los planes. Zabel había superado el repecho (quizá el olor a morteruelo) y el Telekom se disparaba hacia los escapados.

Y todo lo que había sido buena suerte y audacia se transformó de golpe en una angustiosa persecución que finalizó en el último kilómetro, donde más duele. Entonces se lanzó un sprint sin Petacchi (aún en la zona de tapas), en el que sólo podía ganar Zabel y casi no gana porque estuvo muy cerca de impedirlo el belga Tom Boonen (otro gran nombre para nuestra colección de detectives que sigue encabezando el agente Tyler Hamilton).

Como sería de selecta la llegada que Edo fue tercero, Balaverde cuarto y quinto Mancebo, que se empeña en llevar el casco como Pedro Navaja lucía el sombrero, "de medio lao". Entre los ciclistas cortados, además de Luis Pérez, Beltrán.

Lo que viene. Alguien dijo una vez que el último escalón de la mala suerte es el primero de la buena. Si seguimos el aforismo al pie de la letra podríamos anunciar los próximos ganadores de etapa: Santos, David, Sevilla, Luis Pérez, Cárdenas y Santi Blanco, además de un Paternina que sufra mucho.

Sin embargo, me temo que no será posible. Hoy, salvo escapada del grupo antes citado (lo que me daría fama mundial), se repetirá pelea entre Petacchi y Zabel, que le ha cogido el gustillo. Habrá riesgo de abanicos, aunque "no hay ningún viento favorable para el que no sabe a qué punto se dirige". Nosotros nos dirigimos a Albacete y Shopenhauer hubiera sido un ciclista del Telekom muy bien aprovechado.