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Ciclismo | Vuelta 2003

Nadie se atreve

Los favoritos se vigilaron y ganó Joaquín Rodríguez. Hoy, tercer día de Pirineos

Actualizado a
<b>DIGNA DESPEDIDA.</B> ibanesto, con Aitor Osa, y ONCE, con Joaquín Rodríguez, vencedor ayer, volvieron a ser protagonistas de la etapa.

Debe ser que la intensidad deportiva de la jornada estaba en otros barrios, porque en la Vuelta sucedió más bien poco, ni siquiera la morena que pone el maillot oro estuvo especialmente interactiva. El único que no estará de acuerdo con esta visión un tanto decepcionante, y con razón, es Joaquín Rodríguez, ganador de la etapa y ex líder proscrito de la Vuelta porque se le pasó un turno.

Nos confirma lo ocurrido ayer (lo no ocurrido, más bien) que la belleza del ciclismo no se asegura acumulando montañas y llegadas en alto; hay otros alicientes, otras emboscadas que no resultan tan obvias. Porque la concentración de etapas clave (la crono y los Pirineos) ha terminado por dejar exhaustos a los ciclistas, incluso a la morena.

Sólo así se explica que en la última ascensión a Pla de Beret los favoritos apenas se movieran, tan sólo un ataque de Aitor González sin mucha fe o sin mucha fuerza, es difícil saberlo. Algunos se apuntaron a aquel demarraje, pero luego nadie propuso nada y se volvieron todos a casa.

A casa de Nozal, aclaro, que volvió a tirar del grupo para capturar a los sublevados con otra exhibición de fuerza. Según su director, Nozal no está para ganar la Vuelta, pero el chico lo disimula muy bien. Ayer consolidó su liderato y tiene toda la pinta de salir con el maillot oro de los Pirineos, que se presentían como los jueces de la carrera y no será así. Nos inclinamos más bien por la crono del próximo viernes, de 54 kilómetros. Pero todo llegará.

Lo cierto es que todo lo que sucedió ayer favoreció a la ONCE (Saiz escribe con renglones torcidos), pues, además de ganar la etapa, el equipo mantiene intactos a Igor y al gregario Nozal, lo que no estaba muy claro en el Portillon.

Allí, en el penúltimo puerto, se coció lo verdaderamente significativo de la carrera, aunque luego no tuviera ninguna trascendencia. Allí tensó la cuerda Aitor González, enorme, y su ataque sostenido descolgó a la ONCE en bloque y también a Beltrán y Heras, aunque este último pudo enlazar a duras penas.

Cartas arriba. Aquello descubrió muchas cosas. La primera, que Aitor ha vuelto y que aún tiene tiempo de ganar la Vuelta a España. La segunda conclusión es que a Heras no le sobra, tampoco a Beltrán. La tercera enseñanza nos habla de una segunda fila de candidatos (Rasmussen, Valverde, Frigo), a tiro de hazaña o de suerte, o de ambas.

Es raro que comprobadas tantas debilidades nadie lo intentara con decisión en la última subida, especialmente Heras, obligado porque se le acaba el terreno. Su coartada podría ser que Beltrán se había descolgado, pero no cuela, la verdad.

Mientras todo esto sucedía, se jugaban la victoria de etapa un grupo de nueve aventureros, de los que sólo quedaron dos: Joaquín Rodríguez y Aitor Osa. Y como ONCE y Banesto morirán peleados, Joaquín Rodríguez no dio un relevo, imaginamos que tentado por el pinganillo que todos llevamos dentro.

Visto que no ayer pasó nada más, hoy se acumula el trabajo. Quien quiera evitar el triunfo de la ONCE en la Vuelta necesita sacar alguna ventaja en la tercera etapa pirenaica. Y se tercia un ataque lejano casi a vida o muerte. No exagero. Sé que quedarán montañas, pero la última semana ya no es de los especialistas, sino de los supervivientes, entonces ya no hay fuerzas, sólo queda moral.

Así que esta tarde están convocados todos: Heras, Beltrán, Aitor y los tapados del mundo. Aunque la intensidad del deporte sigue por otros barrios, hoy se juega media Vuelta. Y el futuro campeón se dejará ver, porque lo sabe.