Entre las muchas cosas que la nueva directiva del Barcelona se encontró al abrir los cajones de los escritorios de mando estaba la deuda por el traspaso de Marc Overmars. Fichado como gran estrella el verano de 2000, por el equivalente en pesetas de 39,5 millones de euros, queda pendiente el pago de una cuota de un millón de libras esterlinas (1,42 millones de euros) que el Barça intenta ahora renegociar con el Arsenal, su club de origen.

Aprovechando la coyuntura provocada por la marcha del juvenil Cesc Fàbregas al club londinense, el vicepresidente Sandro Rosell viajó ayer a Inglaterra con una propuesta: hacer pelillos a la mar en el adiós del juvenil y, a cambio, ver condonada la deuda pendiente por la compra-venta de Overmars.

La reunión entre Rosell y los mandatarios del Arsenal no se produjo ayer, porque el vicepresidente David Dein, que se encarga personalmente de las negociaciones en materia deportiva, estuvo ocupado buena parte del día en asuntos relacionados con la Football Association. Rosell espera sentarse a negociar a primera hora de hoy, con el argumento de que la suma pendiente de pago por Overmars no se hará efectiva, como contraprestación por la actuación del Arsenal en el caso Cesc. El Barça sostiene que el club inglés actuó contra la norma FIFA, por lo que exige una compensación basada en el canon de formación y promoción.

El Arsenal se llevó a Cesc, mejor jugador del reciente Mundial Sub-17, mediante el ardid de un cambio de residencia de sus padres, algo que ya en 1999 intentó con el entonces juvenil Nano Macedo. Curiosamente, ambos jugadores poseen el mismo representante, Joseba Díaz, que ayer dejó entrever que la directiva del Barça hace demagogia al quejarse por el adiós de Cesc, porque "nadie del club" se puso en contacto con él ni con el jugador para conocer de primera mano la situación. Cesc ha firmado ya un contrato por seis años con el Arsenal y se entrenará con el primer equipo.