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Lágrimas de emoción

Anteayer me llamó el padre de Isidro Nozal, de nombre también Isidro y camionero de profesión. Estaba emocionado porque había oído en la radio que su hijo se había situado como líder de la Vuelta a España. Me tocó la ingrata tarea de comunicarle que había sido un error, que en principio todos los medios creímos que Isidro había cogido el maillot oro, pero que no era así. Fue muy duro oir llorar a un hombre hecho y derecho.

Ayer volvió a llamarme. Estaba otra vez emocionado. No me lo dijo, pero estoy seguro de que también se le cayeron las lágrimas, pero de emoción. Yo también me he emocionado por esta familia honesta, que es oro de ley. Y sobre todo por el chaval. Ha sido el premio a un ciclista honrado, que siempre piensa más en el equipo que en él mismo.

Yo he visto correr a Nozal con 16 años. Lo daba todo en las fugas y luego otros chavales más astutos se aprovechaban y le ganaban al sprint. El mismo Freire lo hizo más de una vez. Varios de aquellos se quedaron por el camino, pero ahora Isidro es profesional y líder de la Vuelta por méritos propios. No tiene que dar las gracias a nadie. Si se escapó fue para defender al equipo, para que los compañeros no tuvieran que trabajar detrás.