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Citius, altius, fortius

Citius, altius, fortius. El lema olímpico por excelencia, cuya autoría se debe al dominico francés Henri Didon, se identifica también con un deporte: el atletismo. Más rápido, más alto, más fuerte. Resume las tres especialidades: carreras, saltos y lanzamientos. Faltaría el término más lejos, aplicable para los saltos horizontales, pero Didon, cuando pronunció esas palabras en la entrega de premios de una asociación escolar, en 1891, no pretendía darlas un sentido deportivo, sino que invitaba a los estudiantes a ser más dignos, más altos y más fuertes en su perfeccionamiento moral.

El hecho de que al atletismo le encaje el lema citius, altius, fortius en su versión deportiva ya indica su enorme variedad. Es un solo deporte, pero nada tienen que ver las carreras con los saltos, los saltos con los lanzamientos y los lanzamientos con las carreras. Es más, dentro de cada especialidad apenas hay aspectos en común entre unas distancias y otras. Belén Recio, componente del equipo 4x100, lleva 44 carreras este año; Julio Rey, maratoniano, tres. Los dos son corredores, pero mientras los velocistas se pasan la temporada compitiendo, los maratonianos la pasan entrenándose.

Como hay tantas diferencias en las 24 pruebas del atletismo, no hay que extrañarse de que en unas nos vaya tan bien y en otras tan mal. Ocurre en todos los países. Los americanos tienen velocistas, pero no fondistas; los africanos tienen fondistas, pero no lanzadores; nosotros tenemos marchadores (muchos), corredores de mediofondo, algunos de fondo, un saltador y un lanzador. Eso es lo que hay y con ello vamos a los Mundiales. Demasiado justitos para sacar un sobresaliente. Para ello no tendría que fallar nadie. Paquillo y Manuel Martínez, hoy, los primeros.