En la otra acera

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En la otra acera

En la otra acera

Zurdo, buena pegada a la pelota, prefiere jugar por detrás de dos puntas, aunque puede rendir algo más adelantado. Nunca se consolidó en el Real Madrid, que le fichó en 1997.

Vuelve a la acera de enfrente para quitarse la espina de su vida. No ha tenido apenas oportunidades en el Real Madrid, aunque llegó precedido de una gran fama y con la etiqueta de futbolista brasileño revelación del momento. Había asombrado con su magnífica zurda en un país tan exigente, elegido mejor jugador del campeonato brasileño en 1996 y gran ídolo entonces de la Portuguesa, su trayecto entre Real y Atlético está repleto de éxitos y desilusiones. Un detalle inicial. Este Rodrigo Fabri que veremos en el Atlético habrá perdido velocidad con respecto al que despuntó en la Portuguesa, pero mantiene una importante cuota goleadora. Centrocampista muy ofensivo, no es mediapunta ni extremo. En muchas cosas recuerda a Zé Roberto, también ex Portuguesa y ex Real Madrid. Rodrigo es mucho más elegante, en cualquier caso. Hábil con la pelota, nunca será un jugador de banda por su falta de velocidad, y quizá esté destinado a jugar de segundo delantero en el Atlético junto a Fernando Torres. No es su mejor posición porque rinde mejor unos metros por detrás, en esa posición que alguno denominó como nueve y medio.

Una mezcla de ambas cosas porque tiene gol y calidad para ordenar. Justo en esa posición empezó a forjarse la carrera de Rodrigo Fabri. Gracias a Carlos Giolo entró en los juveniles de la Portuguesa. Giolo le vio en los infantiles de Vila Marina en Santo Andre, la ciudad donde nació el 15 de enero de 1975. Crecido en las calles del barrio paulista, desde que entró en la Portuguesa dio pasos de gigante.

Revelación. A mitad de los ochenta lo tenía todo. En 1995 y aún en juveniles marcó 27 goles en la temporada que le dio el estrellato. Meses más tarde y ya en el primer equipo ayudó a la Portuguesa a convertirse en la revelación de todo Brasil. Alcanzó la final del campeonato nacional, fue elegido mejor futbolista del torneo en 1996 y le empezaron a llover las ofertas. Aquel Rodrigo tenía todo lo necesario para ser pieza clave. Buen disparo desde lejos, una depurada técnica individual y libertad en el campo. Especialista en los libres directos, un año más tarde volvió a llevar a la Portuguesa a la final del Brasileirao, y le llegó la oferta del Real Madrid. Las razones por las que no se consolidó las sabrán los antiguos técnicos del club.

Cedido al Flamengo como parte de la contratación de Savio, una lesión sepultó sus opciones madridistas y se tuvo que conformar con otra cesión en el Santos, un año en el Valladolid y otro en el Sporting de Lisboa. Marcó nueve goles en el Valladolid y sólo tres en el Sporting de Lisboa. Cifras discretas y que le cerraron las puertas del Bernabéu. Lo de Lisboa, bastante extraño. Rodrigo funcionaba como centrocampista ofensivo y había marcado tres goles en sus primeros partidos cuando el técnico le mandó al banquillo. Su suplencia dejó la sensación de que sólo podría rendir en Brasil y en su última etapa en Gremio alimentó esa teoría. Empezó mal, pero en cuanto jugó con libertad en el centro del campo todo cambió.

Máximo goleador. Espléndido en la zona izquierda, terminó como máximo artillero y alcanzó los cuartos de final de la Copa Libertadores. Un Rodrigo que recordó al de su primera etapa en Portuguesa, aunque ya no pudo volver a la selección. Una decepción más, porque una lesión le apartó del sueño de Francia 98. A un año de terminar su contrato con el equipo de Florentino Pérez, allá donde jugó siempre tuvo una mirada puesta en el Real Madrid. Utilizado siempre como una lujosa moneda de cambio, sonó su marcha al Inter en la operación Ronaldo y se le colocó en varios equipos franceses. Su última cesión, al Atlético. La única duda, hasta cuándo le aguantará la forma física a un Rodrigo que en el Gremio jugó cerca de su nivel, casi como cuando asombró a todo Brasil. Y eso es decir mucho.

LO QUE APORTARÁ

Libres directos

Puede ser el gran especialista del equipo de Manzano en los lanzamientos directos de faltas, sobre todo en el lateral izquierdo. Esta especialidad siempre fue una de sus grandes armas, desde sus inicios, en la Portuguesa, hasta el Gremio.

Visión de juego.

Si juega por detrás de dos puntas, explota esta facultad de maravilla. Buen asistente, juega bien en largo y ésa será un buen arma que puede aprovechar Fernando Torres. También puede jugar de segundo delantero, pero difícilmente de extremo.