Se cumplió el guión previsto y la etapa de ayer dejó claro, por si aún quedaba alguna duda, que Lance Armstrong es el rey de este Tour del Centenario. La crono estuvo controlada en todo momento por el americano y fue Jan Ullrich quien tuvo que ir a la desesperada. No le quedaba otra. Y si no es por la caída, el alemán hubiera ganado a Armstrong su segunda crono en este Tour, algo muy importante porque hace años que nadie le gana dos etapas de estas características en una gran carrera como ésta. Al final, este Tour se lo lleva el mejor. Y, aunque Lance ya no es el de otros años, sí que ha demostrado ser el más inteligente, no dando ningún margen a sus rivales, y cuando ha visto que le ganaban el pulso ha sabido jugar su baza, tal y como ocurrió en la etapa pirenaica de Luz Ardiden.

En cuanto a los españoles, no podemos evitar lamentar que Hamilton nos haya levantado dos puestos en la general: el cuarto de Zubeldia y el quinto de Mayo. Aunque esto no les quita méritos a ninguno de los dos corredores de Euskaltel, que han estado soberbios. Y por fin llegamos a París, donde Armstrong se subirá al podio por quinta vez consecutiva y donde uno de los nuestros, Óscar Freire, podría lograr por fin esa victoria de etapa que tanto se le ha resistido. Eso si la climatología se lo permite.