Armstrong sufre

Ciclismo | Tour

Armstrong sufre

Armstrong sufre

jesús rubio

El tetracampeón estaba desencajado en las últimas rampas. En el pelotón aseguran que no es el de otros años. Cooke ganó al sprint. Finot fue el héroe.

Me descubre Guti (el nuestro, no el del Kelme) que en la llegada a meta varios ciclistas cuchicheaban: "¿Has visto a Armstrong? ¿Te fijaste en su cara durante los últimos ataques? No sé si será por la montonera del otro día, pero no iba bien...".

Quienes conversaban se referían al zafarrancho que montó a unos 15 kms de la llegada Paolo Bettini, soberbio ciclista conocido por El Grillo (es verle y comprender) y que recuerda también al pequeño actor Joe Pesci, especialista en papeles de mafioso psicópata del tipo no me gusta tu cara, bang-bang.

El caso es que algo no debió gustarle a Bettini (o sí), porque salió disparado (nunca mejor dicho) en uno de los últimos repechones que conducían a meta. Sólo el líder McGee consiguió aguantar su rueda, aunque no tardaron en llegar los ilustres. El más activo fue Millar, pero también se dejaron ver otros como Simoni o el imponente Ullrich. Ni rastro de Armstrong.

Podría no tener importancia, pero los ciclistas se equivocan poco. Cualquier predicción sobre la carrera la fundamentan en lo que ellos llaman "sus sensaciones". Pasan tantas horas encima de la bicicleta, siempre rodeados de los mismos compañeros, que son capaces de intuir con idéntica precisión lo que va a suceder y lo que va a sucederles. Les basta con detectar una mueca diferente, un resoplar, ya sea propio o ajeno.

Al final, Armstrong entró con el pelotón, pero también llegó con ellos un rumor: no está bien. Veremos cuando se entere.

En cualquier caso aquella arrancada de Bettini no sólo hizo sufrir a Armstrong, sino que también se llevó por delante a Finot, un francés de 26 años que se escapó en el km 5 junto a su compatriota Jegou. Ambos, debutantes en el Tour, compartieron fuga hasta que Finot, a falta de 40 kilómetros para la llegada, comprobó que su compañero se quedaba y lo dejó.

Hasta ahí todo más o menos normal, un par de escapados y un pelotón que les entrega diez minutos. Lo extraño sucedió cuando el pelotón comenzó la caza. Por más que lo intentaban, los equipos de sprinters no recortaban tiempo. Finot era una bala. Y fue tan heroico su pulso que resultó imposible no hacerse de Finot, porque en estos casos uno siempre quiere descubrir una enseñanza moral, el débil desafiando al fuerte, el individuo contra la multitud, el triunfo del coraje frente a la manada...

Lo cogieron. A dos kms de la meta, tras 199 de fuga, cuando ya rozaba la etapa y el amarillo. Cooke ganó al sprint. También debe haber una enseñanza moral en esto, pero no sé cuál es.