Yo digo J.J. Santos

La cara oculta de Del Bosque

J.J.Santos
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No se juega el puesto hoy, y creo que él lo sabe. Vicente del Bosque no es el prototipo de entrenador estrella. No fuma puritos, ni tiene segundas nupcias con mujer despampanante, ni abusa de la retórica del castellano, ni es políglota. Ser técnico de perfil bajo no significa ser un tonto útil. En este caso, desde luego, no. Es como es. Castellano recio, fiel a una tradición que el actual presidente intentó instaurar, la del Bernabéu que hacía las cuentas en mantel de hule, la de los grandes fichajes pero cierta austeridad. Con el paso de los años, Florentino Pérez se ha dado cuenta de que son otros tiempos y la imagen cuenta tanto como los propios hechos. Por eso Vicente chirría un poco. Pero, ¿hay algo mejor en el mercado? ¿Se conoce una alternativa que garantice estabilidad, serenidad y, a la vez, glamour? La respuesta es no.

Lo único que es seguro esta noche es la celebración del entrenador. Si ganan, se quedará en la banda, con los ojos llorosos, pesando en su mujer y sus hijos, en Camacho, disperso. Irán Hierro, y Raúl. Buscarán el manteo. Él se resistirá pero acabará zarandeado. Si pierden, el mismo gesto, las mismas formas. Seriedad y gestos vidriosos. Pensará con tristeza en los mismos y se retirará al vestuario esperando a los suyos para desearles buenas vacaciones y dando una palmada de consuelo. Así es Vicente del Bosque. Tiene los días contados pero creo que le queda cuerda. Al menos para un año más. Suficiente para cerrar un ciclo histórico en el Real Madrid. Un ciclo que dentro de varias décadas se recordará por Raúl, por Roberto Carlos, por Zidane, Figo o Ronaldo. Pero también por Del Bosque.

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