El mal está hecho
Noticias relacionadas
Decíamos ayer... Olvídense del resultado, del escenario y del rival. ¿Qué? Pues que no hay dónde rascar, que en menos de un año se ha perdido la ilusión generada por el equipo nacional y que estas fases de clasificación empiezan a ser odiosas. Pero eso ya lo sabemos. Vamos a pegarnos al hueso. Si Joaquín y Vicente no son los de la pasada temporada, ¿es necesario empeñarse en que sean la solución por la bandas? Igual no. Ante rivales que pasarían apuros en nuestra Segunda División, ¿es necesario que juguemos siempre con el 4-2-3-1? Igual no. Tras un año de gestión del nuevo responsable técnico, ¿es normal que no tengamos claro quién es la referencia en el centro del campo, quiénes son los centrales titulares? Igual no. ¿Es, por tanto, un problema de banquillo lo que nos hace estar con la lengua fuera en un grupo de chiste? Igual no.
Si los entrenadores apuntan la teoría de que los equipos juegan como se entrenan, yo aporto una nueva: los seleccionadores tienen un poder mimético sobre el grupo que resulta decisivo por las pocas veces que se ven durante una temporada. Iñaki Sáez no es la alegría de la huerta, ni se le pide que lo sea. Tampoco se caracteriza por declaraciones grandilocuentes que den portadas, ni por cierta agresividad en sus análisis de los partidos y de los rivales. ¿Influye esto en el estado de ánimo de los internacionales? Igual no. Sin embargo, Iñaki ofrece una imagen paternalista, bonachona, de cierto titubeo cuando hay que tomar importantes decisiones que puedan ser molestas. ¿Eso cala del mismo modo en profesionales curtiditos que en jóvenes promesas? Igual no. Empate en Belfast, y menos mal que estaba Casillas. ¿Ganando hubiera cambiado algo? Igual no.
