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Adrenalina levantina

En tiempos en que los valenciano están de moda (Ferrero mediante), sería un buen momento para que Sergio García volviera al primer plano del golf internacional. Su temporada es nefasta, pero en un torneo Grande eso no importa, por mucho que las calles del campo de Olympia sean estrechas y el rough uno de los más rudos del circuito mundial. García debe crecerse. Tiene golf para ello.

En El Borriol desean darse un alegrón, como el que se llevaron en Ontinyent con el triunfo del Mosquito en Roland Garros. Para ello el Niño debe recuperar viejas sensaciones, las mismas que le llevaron a enamorar al golf planetario en el PGA de 1999. Fue en Chicago, cerca del Olympia. Y es que su golpe desde la cepa de un árbol en plena carrera de persecución de Tiger Woods dejó a todos asombrados.

Al mejor jugador del mundo se le aparecieron todos los males. Sergio le recortó hasta la corbata y a punto estuvo de arrebatarle el torneo del Grand Slam. Quizá ese putt final de Tiger, de fallarlo, hubiera cambiado el signo de la carrera de García. Han pasado casi cuatro años y muchas cosas han cambiado. Woods hizo cumbre varias veces y a Sergio aún le falta un herbor. Queda tiempo... pero menos. España necesita un triunfo. Ya.