Camacho, eres sabio
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Olvídense por un momento del resultado, y del rival. Es el mismo tostón de siempre. Semanita de recuperación junto a un campo de golf, besitos a los niños para cumplir con los patrocinadores, entusiasmo artificial con banderitas de gañote en la grada y pim pam pum ante un enemigo de inferior categoría. Resulta tan similar que se nos olvida si es un amistoso para hacer caja o un partido oficial, si hay tres puntos importantes en juego o simplemente es un bolo para que las dietas y los viajes de Villar y compañía no se resientan en el futuro. Más que nunca entiendo a Camacho cuando dijo que esto no tenía ni un pase más para él, que cuatro años de medio vacaciones pagadas habían sido suficientes Ni el exagerado entusiasmo de algún comentarista nos engaña. Puro tedio.
Hace un año nos lo estábamos pasando bomba en Corea. Allí sí estaban los mejores. Brasil, Alemania, Turquía, Francia... Me cuentan que el entusiasmo en nuestro país era de nota, casi de fenómeno social. Pero eso duro sólo un mes. Lo de siempre. Es cierto que para estar en esas fases finales, con los mejores, es necesario aprobar el examen previo en estas insulsas rondas de clasificación. Pero algo hacemos mal para que la selección se parezca a un decorado de cartón piedra, para que el público no se enganche. ¿Fechas inadecuadas? ¿Falta de carisma en el seleccionador? ¿Ausencia de un gran triunfo en los últimos cuarenta años? Un poco de todo, bien aglutinado por el peculiar carácter de quien está al frente de la Federación. ¿Y del partido de Zaragoza qué? Pues ná de ná. Claro, que daba casi igual ganar, que empatar o perder. Estaremos en Portugal. Dos años esperando. Te entiendo, Camacho.
