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Marcan las diferencias

Tito e Ismael llevan dos temporadas en el Real Murcia y ambos han sabido complementarse a la perfección. El primero es el artista, el organizador, la cabeza pensante, mientras que el jiennense es un estilista del fútbol espectáculo, un súper clase y un hombre capaz de desbordar cuando se siente con confianza suficiente. Dicen que el fútbol es un estado de ánimo y eso es lo que se refleja en el joven Ismael, un jugador que disfruta con la pelota entre los pies y que cuando encara, la puede liar.

Ambos marcan diferencias en este equipo y casualmente, los dos lo han pasado mal no hace demasiado tiempo. Han probado la ingratitud del fútbol y ahora saborean el dulce elixir del triunfo que supone un ascenso a Primera. Tito estaba cansado de tanta cesión en el Numancia y todavía le pusieron problemas para recalar en el Real Murcia, pese a que no sabían si contarían con él en la Segunda A. No pensó que podía ascender con el equipo de Samper y ahora disfruta de una segunda juventud. Su entrenador, que también le ha criticado, siempre dijo del alicantino que se trata del entrenador del conjunto en el terreno de juego. Además de ser eje del juego murcianista, también se atrevió esta temporada a probar más fortuna de la habitual frente al marco de los rivales. No es que haya sorprendido por su capacidad realizadora, pero si que se ha notado que con Acciari por detrás, estaba más cómodo y confiado de cara al ataque.

A Ismael sólo hay que darle un balón por la banda izquierda, que no por la derecha, para que él solito vuelva loco al lateral de turno. Sufre sin la pelota, pero cuando la tiene, los que sufren son los rivales. Habilidoso, ambicioso, es de los que se enfada cuando no participa, ya que sabe que es capaz de romper un partido. Su explosión mata al rival y es que cuando un Ferrari se pone en marcha, a ver quien lo caza. La mezcla de la veteranía e inteligencia de Tito y la velocidad y calidad de Ismael son la mezcla justa para que el Real Murcia esté ya en Primera División y eso que aún restan cuatro jornadas para el final. Ahora, nos toca disfrutarlos.