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El hijo del profesor Chang

Un madrileño de 31 años rescató de sus cenizas al golf español. Ha sido Ignacio Garrido, un golfista de fuste que triunfó cuando la tarde noche del domingo caía en Wentworth, uno de los Bernabéus del golf galáctico. Ganó el Volvo PGA llevándose el premio de la crítica y el reconocimiento a tanto sufrimiento.

Ignacio creció a la vera de su padre, Antonio, uno de los padres del golf profesional en España. Suyo fue el honor de abanderar a nuestro país, junto a Severiano Ballesteros, en la primera Ryder Cup con presencia de jugadores continentales. El chaval era el encargado de llevarle la bolsa al padre en la década de los ochenta. Se hizo mayor, pasó a pros en 93 y conoció al maestro Chang, un coreano experto en artes marciales afincado en Valladolid.

Ignacio descubrió entonces la luz del orden, del taekwondo, de la relación y del poder de la mente. Años después, Chang sigue siendo su guía. ¡Qué alegría se llevaron sus amigos de Entrepinos! Han tenido que pasar diez primaveras para que Ignacio probara en el campo las técnicas de Chang, esas que le aseguraban éxito en un playoff, en un mano a mano con el adversario. En Wentworth no le tembló el pulso y liquidó a Immelman con un ‘chip y putt’ propio del ‘Pater’ Antonio. Bien por Chang.

¿Quién sabe si este triunfo no le hace salir definitivamente del cascarón? Calidad tiene para ello. Como todo genio tiene sus ‘cosas’. ¿Cuáles? Jugar con manga larga, siempre, apriete el calor, sople o no solpe. Fíjense. Ignacio no va de farol, Antonio y Chang no le enseñaron esa jugada.