Yo digo Vicente Carreño

Con el Niño a Europa

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Apareció el Niño Torres, con look a lo Beckham. Era el segundo tiempo. Perdía el Atlético dos-uno y gracias a Reina que había regalado un golito. El Niño era una esperanza, porque además llegaba con Luis García del brazo, y Luis había mandado, por fin, a Movilla al centro, lejos del destierro de la banda izquierda. Y de golpe al Atlético se sintió cómodo, le entraron ganas de jugar, se vio capaz de achuchar, de quitarle la pelota al Villarreal y de dar la vuelta al partido. Fue un efecto psicológico. Como si todos hubieran pensado a la vez: ahora sí podemos. Con el Niño en el campo a este Atlético de las crisis perpetuas, del entrenador que está y no está, del presidente que ha dado un portazo, de la oposición que no acaba de llegar, de los líos semanales, se le puso cara de ganador.

Y el fútbol volvió con todo su esplendor al Calderón. Y los aficionados ya no cantaban para pasar el rato y distraerse, sino entusiasmados con las alternativas de este juego apasionante. Y en una de esas, el Niño controló un balón al borde del área, levantó la cabeza y largó un chutazo tremendo a la escuadra. Imparable. Un golazo, una genialidad de un futbolista extraordinario. Este chico sí que es un crack. Todavía tuvo tiempo de marcar el gol de la victoria, tras un magnífico pase de Luis García. Fueron 45 minutos excepcionales del Atlético y de Torres. Niño, tú no te vayas.

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