Lo que queda: salvemos los muebles
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Es lo único que nos queda. Salvar los muebles y dar cuanto antes el finiquito a esta decepcionante temporada que por anodina no pasará precisamente a nuestra particular historia. No es momento, pues, de hacer leña del árbol caído, práctica que no conduce a nada, sino de conjurarse para mantener la categoría y anticiparse a un mañana que hay que empezar ya a construir sólidamente. Los que amamos estos colores tenemos todo el derecho a discurrir por otros caminos que los ya conocidos. Anhelamos desterrar la desazón de nuestro estado de ánimo y empezar a coquetear, por fin, hasta con la euforia. Conscientes de que hace un año naufragábamos en la Segunda, nos podemos dar más que satisfechos con permanecer entre los elegidos. Con lo que no comulgamos es con la insoportable vulgaridad, la dejadez y la falta de ambición que hemos exhibido en los últimos encuentros de este campeonato.
Hagamos también desde la columnas periodísticas tabla rasa. No es momento de perder los nervios. Apelemos a la tranquilidad que posibilite a los jugadores estar a la altura de la camiseta que visten y al entrenador destilar, en sus últimos días en el Atlético, la categoría que atesora. El presidente de la entidad deberá contener y silenciar sus incendiarias soflamas y la paciente afición, sencillamente, ser la que siempre ha sido. El futuro no es más que una entelequia si no somos capaces de despejar las incertidumbres que atesora el presente que vivimos.