Desastre en Turín

Liga de Campeones | Juventus 3 - Real Madrid 1

Desastre en Turín

Desastre en Turín

Colapso madridista ante la Juve. Horrible actuación de Hierro. Figo falló un penalti cuando iban 2-0

No se me ocurre ni un pensamiento positivo. Sólo puedo decir que el Real Madrid, en este instante, debería comenzar una renovación inaplazable. No encontrará excusa mejor. No es tremendismo, ni derrotismo. Es una derrota tremenda, simplemente, una derrota que ha descubierto las vergüenzas que habitualmente ocultan un puñado de jugadores extraordinarios. Pero no todos son extraordinarios, y algunos que lo fueron, son incapaces de admitir que están acabados. Hablo de Hierro. Pocas veces una derrota delata tanto a un futbolista, pocas veces un fracaso se personaliza en alguien de forma tan evidente, cruel y machacona. Al final, Hierro no dio rabia, como suele, dio pena.

El Real Madrid que se enfrentó a la Juventus no mereció nada, ni siquiera suerte. Me niego a especular con lo que podría haber sucedido si Figo hubiera marcado el penalti, porque me pongo a imaginar cosas, de buen rollo, y el Madrid sigue perdiendo. Porque fue un equipo acobardado y frágil, que, a la hora de la verdad, se jugó la vida con un futbolista lesionado, Ronaldo, y otro que venía de estarlo, absolutamente fuera de forma, Raúl. Sin ellos, y con Zidane tocado, el Madrid no encuentra a nadie, no es más que nadie, no tiene a nadie.

Tras ellos hay buenos futbolistas, es verdad, pero son el cemento del edificio, no las cúpulas. En este grupo incluyo a Figo, también acusado por el partido. Lo que otras veces fue carácter ayer resultó obcecación, pesadez. Se le vio lento, impotente, no se escapó ni una sola vez. Y no me refiero al penalti, que lo puede fallar cualquiera. Pero futbolistas tan dependientes de la velocidad, como él o como Roberto Carlos, sufren especialmente el paso de los años y ambos superan los 30 y esto no es un reproche, ni un palo por la derrota, esto es verdad, no hay extremos treintañeros. Y el Madrid no puede, por una caballerosidad mal entendida, dejar que los futbolistas que se hacen mayores tengan una plácida jubilación sin preparar el relevo.

Y esto nos devuelve a Hierro, que estuvo involucrado (y colaboracionista) en todos los goles de la Juventus, sumergido en un desastre que fue increscendo hasta llegar a ser bochornoso, con él desparramado por el suelo, burlado; ocurrió varias veces, mil creo. No entraré en detalles más escabrosos, pero es evidente, y hace ya tiempo, que el Madrid necesita un central rápido que compense un esquema descaradamente ofensivo. Hierro no sirve y ayer lo comprobó demasiada gente, ya no valen sus excusas paranoides.

Cometerá un grave error el Madrid si se relame las heridas y nos recuerda su fantástica trayectoria de los últimos años, las copas y las gaitas, porque lo de ayer no fue un mal partido, fue un síntoma. Este equipo cada vez resistía menos los esfuerzos prolongados, se veía en la Liga, pero es tan bueno que se limitó a la Champions y la ganó. Hasta ayer. Y un club tan grande no puede esperar a desastres mayores para iniciar el cambio.

También jugó la Juventus, no me olvido. Saltó al campo ganadora y se encontró a un equipo de huerfanitos. Ronaldo no fue titular y debió serlo. Esa era la baza psicológica que se había jugado durante una semana e inexplicablemente se renunció a ella en el último instante. Debió ser titular y resistir cuanto pudiera cuando el partido todavía estaba vivo. Bastante hizo luego con provocar un penalti.

Raúl sí fue titular, aunque no estaba en condiciones. Pero la responsabilidad de su alineación es suya: un futbolista tiene que ser lo suficientemente honesto para admitir que no está en condiciones, nunca se es tan bueno como para ser mejor que los demás incluso cojo, eso es un decir, una broma y quizá él se lo tomó en serio.

Cambiasso y Flavio jugaron en el doble pivote, lo que se vio muy pronto que era una extravagancia, un error de entrenador, más aún cuando Guti había cumplido en los últimos partidos en el centro del campo. Porque esas incorporaciones, que pretendían mantener el orden, lo que hicieron fue convertir al equipo en un híbrido, ni atacante ni defensivo. Por no mencionar la patética entrada de McManaman, en lugar de sacar a Morientes o a Portillo, cuando tocaba morirse en la hierba.

Lo de ayer también confirmó la importancia de Makelele, que es como Vieira, pero en bajito, así que podemos ahorrarnos el cambio de cromos.

El Real Madrid es un gran equipo, galáctico por su acumulación de estrellas. Pero esa excelencia de jugadores obliga a un acompañamiento adecuado y hablo de talento y ganas, y también de fuerzas. Y no hay de eso en el banquillo. No hay que rasgarse las vestiduras. Hay cosas peores que perder un partido de fútbol, aunque a mí, en estos momentos, no se me ocurre ninguna.