Se cargan a la afición

Sin salida. Atrapado en el disparate. Así se encuentra el Atlético de Madrid. Y lo que es peor, erosionando gravemente el patrimonio más importante del club: la afición. El grado de crispación, totalmente justificado, es mayor incluso que cuando se descendió a Segunda. Y que no excuse nadie que los medios hemos creado falsas expectativas. No. Están hasta el gorro, o hasta los huevos, como corea ya todo el estadio, porque es imposible acumular más disparates, más desidia, más tropelías, en menos tiempo. Si el cante presidencial tras la derrota con Osasuna fue espectacular e igual de demagógico que siempre, el que ha dado Luis en vísperas del partido con el Alavés no le ha ido a la zaga. Por no hablar de la dejadez de muchos futbolistas.

L os llenos del infierno ya no se repiten. El sábado acudieron cuarenta mil. Lógico. Y además ya no se creen tanta mentira. Luis se ha dado cuenta año y medio después de que no puede trabajar con libertad. El presidente lo reduce todo al acoso de cuatro carroñeros, buitres y tal y tal. Los jugadores esconden sus carencias asegurando que se sienten solos y desprotegidos. Y el hincha traga que te traga, resguardándose en los tópicos de siempre y en una canción de Sabina que, misteriosamente, ha desaparecido.