Merecida distinción
Ayer asistí orgulloso y emocionado a la celebración del 2 de mayo en la Real Casa de Correos, acto en el que se entregaba al Atlético de Madrid la Medalla de Oro de la Comunidad. Como madrileño y rojiblanco sentí una honda satisfacción, porque no es usual que nuestras instituciones hayan sido generosas con el Atleti a lo largo de sus cien años. Hasta la Guerra Civil por haberle considerado un ente extraño a la sociedad madrileña. Más tarde porque fue más fácil y provechoso subirse al carro resplandecientemente blanco del triunfador de Europa. Qué de problemas para edificar el Manzanares, después de impedir que el viejo Metropolitano pudiera desarrollarse hacia la Universitaria. Sólo en los primeros años cuarenta tuvieron cierta preferencia los colores rojiblancos cuando se cobijaron bajo las alas aviadoras.
Desde 1903 Madrid ha multiplicado por diez su población y nuestros clubes tienen ahora aficiones formadas por personas de cualquier procedencia, edad, sexo, clase social o económica. La del Atleti también. Por ello hay que agradecer esta merecida distinción madrileña, recogida por un madrileño, Luis Aragonés, que ha dedicado gran parte de su vida, como jugador y como técnico, a un club que lleva en su nombre desde 1947 la palabra Madrid. ¡Gracias!