Yo digo Vicente Carreño

Gracias a todos

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Cuando yo era un niño, en el Metropolitano, el portero era Madinabeytia. Y llegaba Rivilla, el mejor lateral derecho del fútbol español. Griffa era la furia argentina, un central espectacular, un tipo que asustaba a los rivales. Ramiro, brasileño, daba lecciones. Mi padre, que me llevaba al fútbol de la mano con mi hermano, le llamaba niño a Collar y paleto, con todo el cariño, a Adelardo. Pero en mis ojos de niño siempre aparece una imagen gloriosa: Mendonça. Le recuerdo en una noche europea y era el mago del balón. Marcó tres goles y le veo a hombros como un héroe. Decían que tenía sangre de horchata. ¡Vaya usted a saber! Para mí fue un genio del fútbol.

Sé que antes fueron Silva y Ben Barek, y Escudero. Yo no los vi jugar. Sí pude admirar a Peiró, el galgo de Cuatro Caminos, que acabó haciendo las Italias. Y Vicente Calderón se llevó el campo al Manzanares. Un lujo entonces. "Mientras ellos van de pie, nosotros todos sentados", se gritaba. Y Ufarte, el segundo Garrincha, trajo su regate único de Brasil. Gárate puso la elegancia. Luiz Pereira, el espectáculo. Y disfrutamos con Cacho Heredia, Ayala, San Román, Becerra, Irureta, Reina, Alemao y Futre. Pantic, el desconocido, el tipo que mejor ha sacado los córners en el Calderón, trajo el doblete. Y Caminero, Simeone, el Mono Burgos y el Niño Torres. Me faltan líneas, pero les doy las gracias a todos —a Luis, también—. A los que están y a los que no me caben. Y felicidades, Atleti.

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