Anteayer conocí al Ratón Ayala
Hace años, cada vez que pasaba por Atocha, me tomaba unas cañas en el bar de Paco Campos. Hubo un final de temporada que presencié junto a un Gárate lesionado cómo le amenazaban la conquista de un Pichichi que no podía defender. Más tarde conocí al gran Alfonso Aparicio cuando su nieto Poncho era pareja de pádel del mayor de mis hijos. San Román me abrió las puertas al conocimiento de muchas figuras de la historia rojiblanca. Lamento que nunca podré hablar con Ben Barek, con Monchín Triana o con Alfonso Olaso. Otras tres son las grandes figuras rojiblancas del altar de mi admiración juvenil con las que no he tenido la oportunidad de cambiar unas palabras, Griffa, Ramiro y Ayala. Pero anteayer, mientras tomábamos café, apareció el viejo mosquetero rojiblanco. Lleva recortada su melena de antaño y las sienes estaban más despobladas que cuando corría veloz por la pradera del Manzanares. Le hicimos hueco en nuestra mesa y recordamos tiempos pasados, mejores tal vez porque éramos más jóvenes. Collar, Leal, Luiz Pereira, Pepe Navarro... bromeaban sobre vivencias, muchas de ellas irreproducibles.
Todos sienten el Centenario como cosa propia. Ayala me conquistó con su palabra y con sus hechos. Los demás le conocían y por tanto no tenían que sorprenderse de su buen hablar, de su juicio reposado y sensato, pero para mí fue el feliz descubrimiento de una personalidad que si con su juego me tenía conquistado, con su manera de ser y actuar ha pasado a ocupar un lugar de honor en mi consideración personal. ¡Gracias Ratón! Espero y deseo conocer en estos días a Griffa y Ramiro.