Lección para miserables
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Llega la exhibición del Real Madrid justo el día en el que asoman la cabeza los que defienden el execrable axioma de que el fin justifica los medios, también en el fútbol. No, el fin no justifica los medios, y más si los medios, aunque estén dentro del reglamento, son tan primitivos, rácanos y destructivos como los que emplean Juventus e Inter, sobretodo el Inter. Digo esto por la desafortunada rueda de prensa de Cúper en Mestalla. Como si el destino quisiera frenar esos impulsos, decadentes desde hace un par de lustros, Ronaldo, el despreciado por Cúper (otra vez a vueltas con Cúper), quiso rematar una faena que fue de todos, empezando por el banquillo, donde Del Bosque, como decíamos ayer, tuvo la frialdad suficiente para resolver el problema de la ausencia de Raúl.
Pero el espectáculo vivido en Old Trafford no hubiera sido posible sin la nobleza, la generosidad futbolística y la vocación ofensiva del Manchester. Ellos también colaboraron en la noche mágica, ellos, como con valentía apuntaba Relaño ayer, también hubieran sido guardianes del gusto por el espectáculo en las semifinales. La atronadora ovación de los ingleses cuando se retiraba Ronaldo era tan justa como la que recibió David Beckham cuando sacó el guante para marcar el 3-3. Por vergüenza torera me gustaría ver mañana un editorial en la prensa italiana similar a los que ayer defendían con un orgullo patrio mal entendido el catenaccio. Para los miserables, para los especuladores, para los timoratos, para los acomplejados, para...
