Yo digo José Ribagorda

Couso era un gran seguidor del Atlético

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El Calderón enmudeció durante un intensísimo minuto de silencio en los prolegómenos del encuentro ante el Espanyol para homenajear al cámara de Telecinco, José Couso, inexplicablemente muerto por un proyectil ‘amigo’ cuando, desde su habitación en la planta quince del Hotel Palestina de Bagdad, "disparaba" a un tanque aliado con el inofensivo objetivo de su Sony Betacam. Cousiño, como le llamaban los que le querían, era seguidor del Atlético. Alguien que era capaz de llevar incrustado permanentemente el riesgo en su vida repleta de equipajes no podía ser de otro equipo.

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Aficionados y jugadores rindieron un sentido reconocimiento y homenaje a la inmensa integridad de un excelente profesional que se adormeció en las tinieblas de la muerte arrojando luz sobre otras telúricas sombras, las que a menudo se ciernen sobre una abominable e impúdica actualidad, que los periodistas tenemos la obligación de contar. Fueron sesenta segundos para recordar a un atlético que, en ese mismo escenario, rindiera culto a otros riesgos emocionales, los que conlleva pertenecer a la ‘tribu’ rojiblanca que reside en el Manzanares.

Por eso, el equipo no quiso defraudar a Couso e hizo gala de su genuina esencia. Reivindicó su carácter imprevisible y desdeñó todas las lógicas que uno imagine. Una vez más apelamos a la irracionalidad que nos define. La misma que nos ha privado para siempre que la cámara de Couso nos siga sonrojando a todos con su capacidad para captar la realidad.

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