Gran inicio de Sergio en Augusta

Sergio se escribe son ese de Sol. Al fin apareció el astro rey y con él la figura de Sergio García —que teníamos casi olvidada— en el primer plano del golf mundial. Arrancó el Masters de Augusta en una doble jornada de partidos, motivada por la suspensión del jueves. García acabó la primera vuelta de 18 hoyos con un tres bajo par (69), segundo en la clasificación provisional tras el británico Darren Clarke (66) y equilibrado con el joven Barnes.

La de ayer fue otra demostración de que García está hecho de una pasta especial. Llegó a Augusta con ganas de recuperar sensaciones. Salir desde el hoyo 10 significaba enfrentarse al temible Amen Corner. ¡Caspitas! Birdie al 12, birdie al 13 y fuera miedos. El putt le funcionó a la perfección y, mientras mantuvo la firmeza con las maderas, volvió a sentirse ganador, pese a que todavía falten muchos hoyos para otear la chaqueta.

Y mientras García dominaba la situación, Tiger Woods vivía su particular calvario: cuatro bogeys y catorce pares. Firmó 76 golpes (+4) y, por primera vez, entregó una tarjeta sin ningún birdie que llevarse a la boca. Al yanqui se le notó desesperado en los greenes y fallón en el golpe de aproximación. Ahí es donde normalmente marca las diferencias pero si el pulso le falla, su golf baja al reino de los mortales...y mortal fue el final de Sergio. Falló tres calles consecutivas por la izquierda (no hay que meter la mano), lo que le supusieron dos bogeys, aunque todavía tuvo tiempo de encandilar a la afición. Embocó un chip desde unos cinco metros, salvando así un par de los de Ballesteros.

José María Olazábal dio la cara y puso de manifiesto que el Masters es su torneo, por mucho que el invierno se empeñe en agriarle el swing. Su 73 (+1) le postula como aspirante, al menos a entrar en las apuestas; algo que no podrán decir otros muchas figuras. Hubo descalabro de Montgomerie (81), Duval (79), Els (79) y Love III (77).