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En serio, hay partido

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Al seguidor rayista, mirar la historia de su equipo en el Bernabéu debe parecerle una práctica sadomasoquista, porque para la historia quedó que le hicieron dos manitas y hasta un siete. Vamos, que el duelo, más que un cara a cara, ha sido un puño a cara. No es para tanto, de verdad. El Rayo, estadísticamente, puntúa en un 27 por ciento de sus visitas al Bernabéu. En el 96, con Marcos en el banquillo, dos goles de Guilherme echaron al Valdano postcampeón del Madrid postnuclear que había quedado tras la dimisión de Mendoza. En el 93, Camacho sacó un punto, y en el 2000, se lo llevó Juande.

Por ahí ha debido empezar la terapia del psicólogo, en una loable tarea por que el partido, también anímicamente, empiece empate a cero. Otra cosa es la fórmula de Benítez para sobrevivir al Bernabéu. Mientras Zidane estuvo en la presunta alineación del Madrid, cavó trincheras: un trivote en el centro y cuarto y mitad de punta (Luis Cembranos). Caído el héroe galo en el Israel-Francia, parece que el asunto queda en manos de la caballería ligera: Julio Álvarez, Cembranos y Míchel, en línea, y Peragón, por delante. Huele que el paraguayo va a por Hierro: no le gustan los velocistas de corto recorrido y menos si son pendencieros. Con que estos cuatro y los siete que defenderán estén la mitad de encendidos que la presidenta por los agravios del Ayuntamiento, hay partido.