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Partidazo o gran partido

Aunque el periodismo del deporte ha hecho del aumentativo una seña de identidad (partidazo, golazo...) apriorísticamente un encuentro Madrid-Depor, hoy por hoy, merece el golpe semántico. Irureta y Del Bosque están entre los entrenadores más sensatos y eficaces de nuestra Liga, ambos huyen de la altisonancia. Y aunque la plantilla del Madrid sea más galáctica, más llamativa (hablando en términos generales y publicitarios) que la del Deportivo, la de éste no sólo es buena, sino además —y esto es fundamental— efectiva. Si Makaay o Diego Tristán tienen un buen día serán implacables. Y, como digo, se trata además de un conjunto que sabe organizarse bien.

En pura teoría el actual Real Madrid debe ser el favorito en la quiniela. Pero ya sabemos que el azar y el estado de ánimo de los jugadores son, en fútbol, tan importantes como la propia preparación física. Y en esto del estado de ánimo ¿quién llevaría mayor ventaja? Zidane (con razón) anda mohíno por las imágenes bélicas. ¿Les suponemos el mismo corazón a todos? Así habría que hacerlo. ¿Por qué Ronaldo o Sergio serían insensibles? Fuera de eso, está claro, todos necesitan gol y diamantes.

El Madrid tiene a su favor (o así debe entenderse) la necesidad de motivarse más ante un Depor que le apeó de la Copa el año del Centenario. Pero quizás eso sea sólo ya agua y cosquillas pasadas. Todavía no debe pensar demasiado en Manchester. Y el Depor tiene a su favor (es mucho) que, eliminado de la Champions, necesita una victoria con luz y sonido... Una victoria que sirva como elemento publicitario ante su afición y que le ponga a tiro la consecución de la Liga. Esa eliminación, por lo demás, supone que estará menos cansado, con menos partidos encima. Deportivo-Real Madrid, sobre el papel, un gran partido. Dejemos lo del partidazo (por no manosear la palabra) para cuando acabe el encuentro. Dejémoslo hasta saber cómo ha jugado cada equipo, cómo se han comportado sobre el terreno...