Asignatura pendiente
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Si fuera aficionado del Depor, guardaría gratitud eterna a Irureta. Será más recordado cuanta más distancia otorgue el tiempo a lo logrado en el último lustro. Pero antes de marcharse, algo que parece inevitable en junio, debería saldar cuentas pendientes. Y una de ellas es la de haberse arrugado en ciertos momentos cuando visitó el Bernabéu. Se puede entender que esa deuda se saldó con el Centenariazo. Pero no, los fantasmas de dejar en el banquillo a Djalma o Valerón y el pobre balance estadístico, aumentan su injusta leyenda de amarrategui. Esa caspa ya fue sacudida en escenarios como Old Trafford o el Olímpico de Múnich, pero falta el Bernabéu. El Depor es de los pocos equipos en el mundo que son capaces de crear problemas al galáctico Madrid desde la propuesta de tomar el mando del partido.
Pero mucho me temo que el pragmatismo de Jabo le conduzca por el camino de la prudencia. Es más, el subconsciente le traiciona y cuando ayer le preguntaban por una derrota, calculaba los puntos que aún restarían y la posibilidad de ganar la Liga pese a perder hoy. Esa calculadora mental deja de ejercer presión cuando es una final. Ningún entrenador exige que sus jugadores actúen de forma timorata pero sí influyen con los mensajes previos que lanzan, ya sea en los medios o en la misma pizarra. Todo esto, en el fondo, es un alegato para que el Depor juegue con todo. Ganaremos todos.
